En Agosto de 1933, siendo Presidente de La República Manuel Azaña, firma Niceto Alcalá Zamora, La Ley de Vagos y Maleantes que, en su artículo 2º enumeraba los sometidos a la Ley: “vagos habituales, rufianes y proxenetas…”
En Agosto de 1933, siendo Presidente de La República Manuel Azaña, firma Niceto Alcalá Zamora, La Ley de Vagos y Maleantes que, en su artículo 2º enumeraba los sometidos a la Ley: “vagos habituales, rufianes y proxenetas…”
Aquí estoy, cortando, desde mi elevada altura, los negros vientos de Aragón, con las frías espadas de mis palas.
Soy uno de los tantos molinos de La Muela, mutado en robot, apenas gozando de la Luna, mientras arde la corriente en mis entrañas.
… Pero, en mi turbina de ensueños, aún puedo asomarme a mi pasado.
“Soy como el mar: olas sin fin
Desmelenándose en arena”.
Josefina Pla
El día 24 de Agosto de 1996, en una librería frente al Museo Pompidou, en París, adquirí una obra, en francés, de gran formato, 32×26, del escritor Pietro Laureano, editada por Larousse: “SAHARA, JARDÍN MÉCONNU”. En sus páginas me encontraría con sorpresas muy interesantes:
… El área comprende, en su mitad Oeste, varios llanos (de norte a sur: El Diviso, El Escaque, Llanos de Medina, MAFASCA, y Llanos de los Alares) que se prolongan hacia el Este, a través de valles abiertos (Valle Hondo, Barranco de la Boca, Barranco de Antigua, Barranco de la Torre y Barranco de la Boca de Pozo Negro…)
Me uno a Juan Ramón Jiménez, subiendo por Gran Valle, hacia las cercanas cimas de Jandía. A Juan Ramón le noto extraño, sin su burrito Platero, sin su perenne melancolía.
Nos espera, en la cumbre de la crestería montañosa, Dulce María Loynaz. Me la presenta el poeta, antes de abordar, juntos, la bajada.
Por tus barrancos hondos
y por tus cumbres agrias,
mil Guadarramas y mil soles vienen
cabalgando contigo, a tus entrañas.
Antonio Machado.
Subimos, a través de fresnedas, robles y abedules, hasta la Estación-refugio de Val-Cotos. Bajan, poco después, a través de la helada ventisca, rodando por la nieve, mis tres hijos adolescentes…
Siguiendo una señal que me anuncia Betancuria, subo, por la empinada carretera, hacia la histórica Villa. A la izquierda, bajos rectángulos de obra, me ocultan y moderan el abismo. A la derecha, la montaña descarnada, se despeña en secas torrenteras de siglos.
Avisto, al fin, al fondo, la Vega de Río Palma. Sobre la tierra roja, suben esbeltos los talles de las palmeras, coronados con sus orgullosos penachos de verdes ramas.
Llegaba, por primera vez, a Fuerteventura, el once de Abril. En el aeropuerto me recogía un Volkswagen combi rojo. Tomamos una estrecha carretera y después de bordear la capital, Puerto Cabras, giramos hacia Jandía, al sur de la isla.
Pueblos humildes, circulación ausente, atravesando una desnuda planicie solo rota, en la lejanía, pur una airosa palmera solitaria.
Pasado el villorio de Tuineje, viramos definitivamente a la derecha, en dirección a Morro Jable.
Muy pronto, en Tarajalejo, se acababa el asfalto, justo donde el mar, en marea alta, osaba invadir el valle, subiendo barranco arriba.
Cruzamos el vado sin problemas y, a partir de este punto, comenzaba una pista de tierra y arena; el conductor del vehículo optaba muchas veces, por abandonar la pista y abría nuevos caminos, para evitar el violento rizado del antiguo.
Pasada la Cuesta de la Pared, un vivísimo lienzo, deslumbrante, ocre y turquesa, se abre ante nosotros hasta el lejano horizonte.
Nuestra entrada en Valdepeñas fue en este orden:
1º Antonio Caminero, de batidor, en un caballo de cuello aguileño, con montera atravesada, colodrillo reverendo, casaquilla hueca…
2º Los dos insignes tontos, Francisco de Santa Cruz y Casimiro del Viso, capitaneando una innumerable multitud de muchachos y muchachas pelonas.
El Parque Natural de Jandía es un área desértica protegida situada en la Península de Jandía, en el extremo Sur de la Isla de Fuerteventura.