Después de dejar el coche aparcado junto a la carretera que lleva a Ajuy, desciendo por el barranco hacia la playa por un camino árido y seco propio de la isla de Fuerteventura. A unos 3 kilómetros me encuentro con el Manantial de la Madre del Agua que da vida al Palmeral de Ajuy, un oasis en el desierto.
El habitante de este oasis es la Palmera Canaria que es una especie de palmera endémica propia del Archipiélago Canario, de las más de dos mil que existen en el mundo. Aquí se levanta majestuosa y alcanza grandes dimensiones en algunos ejemplares.
La Palmera Canaria puede medir hasta 15 m de alto y tener un tronco de hasta 1 m de diámetro. Sus hojas, numerosas hasta 200, son de color verde y arqueadas, tienen una longitud de entre 3-6 m. Su hábitat lo encontramos en zonas húmedas, en fondos de barrancos y laderas con manantiales. Es un árbol de larga vida, hasta 200 años. Su fruto, llamado támara, es de color verde en un principio y cuando madura de color amarillento-anaranjado y presenta forma ovoide de 2 cm de largo.
Oficialmente es el símbolo vegetal de las Islas Canarias.