Esto decía Sancho a don Quijote: “Mire vuestra merced que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino“.
Esto decía Sancho a don Quijote: “Mire vuestra merced que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino“.
Nada como asistir a un lugar así, para sentir en total plenitud la vida.
Así amanece en este punto de la isla de Fuerteventura, en Pecenescal, en la Ganadería “El Vachuelo”, la que hace posible, que el extraordinario queso que aquí se hace, siga manteniendo viva una parte de la historia de esta inconfundible isla, de este lugar del Sur de Fueteventura.
“Entonces Yahvé-Dios formó todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los condujo al hombre para ver que nombre les daba y el hombre impuso nombre a las aves del cielo”. (Génesis).
– Te tengo frente a mí. Me ofreces, ampliamente, tu boca, mientras la mía también se abre. Nuestros cuerpos se atraen, ciegos, se enredan, se entrelazan, durante horas, rodeados de vencida espuma y cuando, ya fecundada, te separas, soy al fin consciente y percibo mi entorno de silencio.
¡Qué hermoso tu perfil!
¡Qué bella tu gracia!
¡Cómo avanzas, altiva la cabeza
sobre tu largo cuello erguido
¡Cómo derramas la luz
que descansaba en tu librea de plumas!
Giras y giras, dibujando en la tarde,
lazos que me encelan.
¡Cómo, orgulloso,
me ofreces, sin nido,
tu corazón caliente!
HUBARA
Renacer hermosa
parto de la ceniza y de la muerte
como Fénix gloriosa.
Francisco de Quevedo.
También conocida como “aguililla”, ratonero común o busardo ratonero, está representado en Canarias por la subespecie endémica insularum, se encuentra en todas las islas salvo en Lanzarote. Se trata de un ave rapaz de tamaño medio, su longitud varía entre los 51-56 cm y 120-140 cm de envergadura.
No os toméis a mal que, en mi primera aproximación a la isla de Fuerteventura, no me fije en sus habitantes y elija a la cabra majorera, para que ésta no se enfade, por ser preterida.
Edgar Allan Poe, en su cuento La Esfinge, después de una visión monstruosa, cuando caía la tarde, a orillas del Hudson, vuelve a la realidad, con la explicación de un amigo: En relación con lo que me cuenta, voy a leerle una descripción para escolares de la esfinge perteneciente al género Sphinx, familia de los crepusculares, orden de los lepidópteros, clase de los insectos. La descripción dice así: