Esto decía Sancho a don Quijote: “Mire vuestra merced que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino“.
Sopla el viento actualmente en Fuerteventura y convierte su costa en un paraíso para amantes de deportes como el windsurf y el kitesurf. Antaño, soplaba el viento y movía las cuatro a seis aspas de los molinos y molinas repartidos por la isla, esas aspas que don Quijote comparaba con los cien brazos del gigante Briareo y que servían al antiguo habitante de Fuerteventura para “hacer andar la piedra” para producir gofio y harina con la que alimentarse.
Los molinos y molinas están catalogados como Bienes de Interés Cultural en la categoría de Monumento Histórico. Forman parte del patrimonio agrícola tradicional majorero y constituyen una de las construcciones típicas de Fuerteventura.
Eran construcciones indispensables en las tareas de producción y manufactura del producto cultivado por el agricultor, principalmente los cereales como el trigo, millo y la cebada para la creación del gofio y la harina mediante la molienda del grano.
Entre las principales edificaciones relacionadas con las tareas de la molienda, se encuentran los molinos de viento (molinos machos) que son una adaptación del molino manchego, con planta circular y forma troncocónica, de dos o tres plantas, construidos de cal, piedra y barro, con la parte superior de madera que gira orientando las aspas al viento y tienen de 4 a 6 aspas; y las molinas algo más modernas que los molinos y de base cuadrangular, que reúne toda las actividades de molienda y manipulación del grano en una única planta para evitar desplazamientos verticales del molinero y facilitar y agilizar su trabajo.